Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez más viejo que nadaba en dirección contraria; el pez más viejo les saludó con la cabeza y les dijo: “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?” Los dos peces jóvenes no respondieron y siguieron nadando un trecho, cuando bien pasado el tiempo desde su encuentro uno miró al otro y le dijo: ¿Qué demonios es el agua?
El sentido inmediato de la historia de los peces no es más que el simple hecho de que las realidades más obvias, ubicuas e importantes suelen ser las que más cuestan de ver y las más difíciles de entender.
Anécdota y clave de lectura por cortesía del profesor David Foster Wallace.
Ese agua que nos rodea durante cada minuto de existencia, ese aire que inhalamos continuamente sólo puede ser entendido mediante la literatura, la cultura y los saberes humanísticos, conocimientos que forman el líquido amniótico idóneo para el surgimiento y el desarrollo de valores como la libertad, la justicia, la igualdad, la laicidad, la tolerancia, la solidaridad, las ideas de democracia y bien común.
Sin embargo, los jóvenes de nuestra sociedad, entre los que me incluyo, corren como liebres hacia esas formaciones comerciales con tal de conseguir algo tan simple, superfluo y triste como el dinero. ¿Qué ha sido de aquellas mentes jóvenes en busca de aventuras heroicas? ¿Qué ha sido de estos niños y niñas que soñaban con rescatar o ser rescatados de una habitación incomunicada en lo alto de una torre? y ¿Qué ha sido de aquellos, entre los que también me incluyo, que se pasaban hasta los 15 años inmortalizando una buhardilla con batallas épicas, haciendo de ella un fuerte impenetrable junto a otras ideas sublimes? ¿Han caído o les han arrojado al vacío del analfabetismo funcional? Cegados por una moda de apariencias, los sueños han cambiado, ahora las niñas mayoritariamente sueñan con casarse con grandes fortunas para vivir una vida totalmente sincrónica, mal gastando y derrochando en su aspecto, déspotas, que de vez en cuando se pasean por galas benéficas y encima se creen demasiado educadas para comer con la boca llena, aunque no les importa hablar con la cabeza hueca.
Nadie pone en duda que el dinero es necesario para cubrir nuestras necesidades fisiológicas, no obstante, desde la autocrítica y va para las grandes mentes del futuro, alejaos de aquellos sinsaberes comerciales, utilitaristas y eficientistas que exclusivamente os llevarán por la senda del individualismo narcisista y ególatra, perteneciente a una sociedad inconsciente de los valores y responsabilidades diacrónicas que conlleva la condición humana.
Para concluir apelo al gran Boudelaire, “Gracias a los progresos de estos días, de tus entrañas solo te quedaran las vísceras”, en su obra Con el corazón en la mano.
El sentido inmediato de la historia de los peces no es más que el simple hecho de que las realidades más obvias, ubicuas e importantes suelen ser las que más cuestan de ver y las más difíciles de entender.
Anécdota y clave de lectura por cortesía del profesor David Foster Wallace.
Ese agua que nos rodea durante cada minuto de existencia, ese aire que inhalamos continuamente sólo puede ser entendido mediante la literatura, la cultura y los saberes humanísticos, conocimientos que forman el líquido amniótico idóneo para el surgimiento y el desarrollo de valores como la libertad, la justicia, la igualdad, la laicidad, la tolerancia, la solidaridad, las ideas de democracia y bien común.
Sin embargo, los jóvenes de nuestra sociedad, entre los que me incluyo, corren como liebres hacia esas formaciones comerciales con tal de conseguir algo tan simple, superfluo y triste como el dinero. ¿Qué ha sido de aquellas mentes jóvenes en busca de aventuras heroicas? ¿Qué ha sido de estos niños y niñas que soñaban con rescatar o ser rescatados de una habitación incomunicada en lo alto de una torre? y ¿Qué ha sido de aquellos, entre los que también me incluyo, que se pasaban hasta los 15 años inmortalizando una buhardilla con batallas épicas, haciendo de ella un fuerte impenetrable junto a otras ideas sublimes? ¿Han caído o les han arrojado al vacío del analfabetismo funcional? Cegados por una moda de apariencias, los sueños han cambiado, ahora las niñas mayoritariamente sueñan con casarse con grandes fortunas para vivir una vida totalmente sincrónica, mal gastando y derrochando en su aspecto, déspotas, que de vez en cuando se pasean por galas benéficas y encima se creen demasiado educadas para comer con la boca llena, aunque no les importa hablar con la cabeza hueca.
Nadie pone en duda que el dinero es necesario para cubrir nuestras necesidades fisiológicas, no obstante, desde la autocrítica y va para las grandes mentes del futuro, alejaos de aquellos sinsaberes comerciales, utilitaristas y eficientistas que exclusivamente os llevarán por la senda del individualismo narcisista y ególatra, perteneciente a una sociedad inconsciente de los valores y responsabilidades diacrónicas que conlleva la condición humana.
Para concluir apelo al gran Boudelaire, “Gracias a los progresos de estos días, de tus entrañas solo te quedaran las vísceras”, en su obra Con el corazón en la mano.